El hogar bajo la montaña: Return to Moria
"Make me the perfect miner,
Cleave her straight from the core.
Callous fists, crystal born,
Harder than the anvil's horn."
Lo cierto es que no esperaba pasarme nunca Return to Moria, así que imaginaos mi sorpresa al descubrirme sufriendo (o tal vez disfrutando) ese duelo que nos dejan las obras que realmente disfrutamos. Digo que no esperaba pasármelo no porque tuviese algún prejuicio negativo hacia el juego o porque no me llamase la atención su premisa, es que descubrí que existía el mismo día que lo regalaron en la Epic Store a finales del año pasado y coincidiendo con el estar buscando un juego que compartir con mi pareja en nuestros ratos libres, fue reclamarlo y empezar a jugar.
Retrun to Moria es un juego de supervivencia y exploración en el que manejamos a uno de los enanos que forman parte de una expedición para recuperar la cuevas y minas de Moria para los de su especie, usurpadas vilmente por orcos y trasgos. Un desafortunado incidente con explosivos y una niebla misteriosa nos deja atrapados ahí dentro, mientras el resto de enanos son incapaces de entrar en nuestro auxilio. Será nuestra tarea descubrir que pasó en el antiguo reino de los enanos, cual es el origen de la maldición que impide a nuestros hermanos y hermanas entrar y regresar las ciudades, minas y pasillos de piedra a su antiguo esplendor.
En lo mecánico y jugable no es nada que no se haya visto ya en títulos del genero: A lo largo de nuestra aventura recorreremos diversas ubicaciones, donde encontraremos distintos materiales para forjar armas y armaduras con los que hacer frente a los enemigos que nos topemos, en una progresión constante. Los enemigos no serán nuestro único dolor de cabeza, pues también tendremos que sortear áreas corruptas por la maldición que asola este lugar, setas que expiran veneno o rocas que caen del techo, mientras procuramos tener a nuestro personaje calentito y bien alimentado. Problemas a los que iremos encontrando soluciones a medida que avancemos en nuestra aventura.
Y creo que esto se debe a que el componente de exploración tiene bastante mas peso en el titulo que la parte de supervivencia. Encontrar fuentes de alimento es realmente sencillo y para hacer antorchas con las que iluminar nuestro avance basta con un trozo de madera, algo que encontramos literalmente cada tres pasos. Me di cuenta cerca del final del juego de que prácticamente nunca nos habíamos encontrado necesitando materiales de zonas anteriores. De hecho, si fuerzo los engranajes neuronales creo que solo tuvimos que volver a por dos materiales, siendo uno de ellos utilizado casi en exclusiva para adornos y decoraciones. Esta situación puede verse desde dos perspectivas, la de ser un juego en exceso lineal y sencillo o la de ser un juego que permite avanzar con fluidez y que no te obliga a pasar horas recolectando materiales para futuribles. Dependerá del gusto de cada uno y lo que busque en un juego de estas características que colina escoger, personalmente me quedo en la segunda.
Pero donde lo jugable no añade demasiado, la ambientación sale al relevo para crear una experiencia increíble. Esto lo digo siendo alguien que del señor de los anillos solo ha visto las películas, sin meterme demasiado en el lore expandido que ofrecen los textos de Tolkien sobre su universo, pero recorrer Khazad-dûm se siente realmente único.
Tu personaje es un enano, es decir, es bajito y robusto, pero todo cuanto te rodea se siente inmenso. Los pasillos de las ciudades enanas, los grandes salones, tumbas y minas, todo hace que tu personaje se sienta aun mas pequeño. Muchos de los lugares que encuentras son antiguos asentamientos de tus antepasados que, al haber caído en el abandono y la podredumbre, se sienten fríos, vacíos y faltos de vida. Pasear entre las casas de Pozo Oscuro es como recorrer el esqueleto de una inmensa criatura que antaño fue majestuosa pero ahora es solo huesos. Esa desolación contrasta intensamente con los lugares a los que la mano de los siervos de Sauron no ha llegado, como la tumba de los reyes de la que se desprende cierta sensación de pesadez, de solemnidad incluso.Tu paso por ahí sirve para aportar luz y calidez a este lugar, pues para progresar necesitas reconstruir las estatuas de los reyes del pasado, destruidas por el tiempo o los invasores; allá donde quieras levantar un asentamiento tendrás que plantar una hoguera, un elemento que da luz y calor, al igual que las inmensas fraguas a las que vuelves a insuflar vida durante tu aventura.
Donde va tu enanito las cosas se recuperan poco a poco, pero no es el único elemento de calidez que el juego aporta. Al picar, tu personaje puede ponerse a cantar y si sois varios, cantan a coro. Al terminar de cocinar suena una cuchara golpeando una cacerola, invitando amablemente a comer. Por el camino encuentras cuerpos de otros enanos caídos defendiendo su hogar a los que puedes rendir homenaje. Pequeños detalles que aportan a que el juego se sienta mas cercano. No solo estas en una aventura inmensa para recuperar el reino caído de los enanos, también estas construyendo un hogar para cuando lleguen tus hermanos.
Como he mencionado al principio, me he pasado el juego con mi novia, quien ha jugado un papel imprescindible en la experiencia y en el poso que me deja esta aventura. Nuestros enanitos, al igual que nosotros, eran pareja. No hay nada que lo confirme así salvo nuestra palabra, pero tampoco hay nada que lo niegue, así que para nosotros esta ha sido la historia de dos enanos atrapados y aislados del mundo, pero que se tenían el uno al otro para apoyarse y salir adelante. Sin duda una aproximación azucarada a lo que propone el titulo, pero que no puedo alienar de como ha sido la experiencia para nosotros y de como el juego ha conseguido tenernos voluntariamente atrapados.
No se hasta que punto existe un beneficio mecánico al jugar en cooperativo, no se si los enemigos ajustan su vida y daño al numero de jugadores, pero si se que es mas fácil tener un buen suministro de comida si uno se encarga de cazar mientras el otro recolecta los frutos del huerto. Se que es mas fácil enfrentar una horda de enemigos sabiendo que el escudo del otro protege tu espalda. Se que los momentos un tanto claustrofóbicos que propone el juego se pasan mejor pudiendo hablar con alguien.
Cerca del final, cuando ya estaba claro que el juego estaba llegando a sus ultimas escenas y fuimos conscientes de que la aventura estaba llegando a su final ambos sentimos una especie de consternación, un miedo extraño al entender qué nuestro tiempo debajo de las minas estaba llegando a su final y creo que esa es la sensación que realmente me demuestra cuánto he disfrutado de recorrer los salones de Durin, los abismos inferiores o el barrio élfico. Pasamos horas intentando hacer de Khazad-dûm un lugar mejor, reparar aquello que fue destruido y expulsar el mal que lo permea, pero dar los últimos pasos se hizo realmente extraño. Habíamos vivido una gran aventura, pero por unos instantes nos debatimos si pasar la ultima pagina o arrancarla del libro para que nunca llegase el final.
Una vez concluye la historia, el juego te permite seguir explorando Khazad-dûm, reconstruyéndolo y preparándolo para la llegada de tus hermanos. De hecho, el mejor set de armas y armaduras se consigue tras los títulos de crédito, pero para mi, la historia había llegado a su final. Sin mas misiones que cumplir, no me siento motivado a continuar jugando (que a ver, han sido igual 30 horas completarlo, tampoco esta mal) y mi enano y yo nos hemos dicho adiós. El se queda bajo las montañas esperando a los suyos y yo seguiré adelante, cantando canciones enanas mientras friego los platos o preparo la comida.
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