Review: Cocoon


Un juego con una premisa interesante y un diseño de niveles impactante de primeras, pero que poco a poco se va desinflando hasta rozar ligeramente el tedio.


El género de Puzzles en videojuegos ha sido históricamente un cajón desastre en el que podemos encontrar una enorme cantidad de subgéneros: desde los conecta tres a lo candy crush a escape rooms digitales pasando por auténticos rompecabezas como The Witness. Los más destacados, los títulos que nos vienen a la mente al pensar en “videojuegos de puzles” son, sin embargo, aquellos que han sabido plantear una o dos mecánicas como su columna vertebral y desde los que han sabido edificar capas y capas de sistemas diferentes. Juegos como el mencionado The Witness, la saga Portal o Baba is you, juegos como del que venimos a hablar hoy: Cocoon.

El protagonista de Cocoon, un escarabajo humanoide, tiene la capacidad de entrar y salir de una especie de “planos” o “dimensiones” contenidas en esferas, que a su vez pueden contener o estar contenidas en otras esferas, formando una suerte de matrioska dimensional. La columna vertebral en la que Cocoon basa su jugabilidad es precisamente ese concepto de cambio de planos, que nos obliga a estar saltando de uno a otro, de meter un orbe dentro de otro o de cambiar su “jerarquía” para ir resolviendo puzzles.

Este es claramente el reclamo que el juego plantea, la idea de que para resolver un puzle tal vez debamos buscar la solución en otra dimensión, que puede que debemos esconder un plano dentro de otro para pasar un obstáculo y demás iteraciones que se irán ampliando a lo largo del juego. Lo cierto es que este sistema de primeras resulta muy impresionante y con cada nuevo orbe que conseguimos, se hace más complejo y desafiante, pero que, pasadas unas horas de juego me atrevería a decir que la experiencia se vuelve un tanto farragosa.

Eso no le quita mérito a unos puzles realmente bien pensados y con los que estrujarse el coco. En más de una ocasión he tenido que soltar el mando y tener un momento “señora de los números” en el que ordenar mentalmente los componentes de cada puzle para encontrar la solución. Algunos de ellos pueden llegar a resolverse a base de prueba y error, pero en su mayoría, sobre todo de cara al final del juego, tienen que pensarse de forma concienzuda.

Por contra, es precisamente al final del juego, cuando los puzles se vuelven más desafiantes y complejos, que para mi gusto empieza a hacerse pesado y creo que es precisamente por el diseño y el concepto mismo de los orbes. Tener que entrar y salir y cambiar de sitio varios orbes para resolver un puzle tras otro acaba resultando algo pesado, en especial si nos atascamos en algún punto, pero entiendo que esto puede no ser así para todo el mundo.

Al final de cada nivel tendremos un enfrentamiento contra un jefe, cada uno con sus propias mecánicas y sistemas, de manera que se diferencian completamente entre sí. Y es en este punto que me aparece otro debate interno, pues por un lado veo el diseño de estos jefes y lo cierto es que están bastante logrados y, sin ser particularmente difíciles, suponen un reto distinto al de los puzles. Pero por contra me parecen un tanto fuera de lugar ya que las mecánicas que usamos para derrotarlos no siempre están presentes en el resto del juego. Sin ser capaz de llegar yo mismo a una conclusión, tampoco me atrevería a decir que sobran, pero sí que me chirrían un poco estos combates cuando en todo el juego no hay ni un solo enemigo.

Todo esto viene envuelto en un apartado visual en el que, nos guste más o menos, podemos estar de acuerdo que resulta único. Cada dimensión tendrá sus particularidades, contrastando es su flora y en los componentes de su superficie. Unos serán más naturales o incluso orgánicos, en un sentido literal, mientras que otros tienen un aspecto más frío e industrial. Esta diferenciación visual será de gran ayuda para tener saber en todo momento en que plano nos encontramos, pues a veces, con tanto salto entre una y otra dimensión, uno puede llegar a perderse.

Con todo, el juego merece mucho la pena que le dediquéis aunque sea una probadita por lo interesante de esa mecánica de ir cambiando entre dimensiones. No puedo asegurar que os guste, ni tampoco que sea capaz de mantener vuestro interés hasta el final, pero creo que lo que plantea es lo suficientemente fresco y distinto a otros títulos del género como para darle esa oportunidad.

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